Hay contextos muy especiales que acaparan toda la atención de los proyectos arquitectónicos que en ellos se ubican. Una casa en la playa, o al pie de un monte nevado, o incluso frente un parque en la ciudad, muy probablemente mirarán estos escenarios envidiables. Sin embargo, esto no es lo ordinario -tener vista al parque, a las montañas, o al Caribe. Y los arquitectos se preguntan, ¿qué sentido tiene mirar una calle donde no sucede nada, y desde la cual también te pueden observar a ti? Aquí es donde entra la arquitectura introspectiva.

Arquitectura introspectiva: Privacidad y calma

La privacidad es una de las características más buscadas en la arquitectura; es más, es una de las razones por las que existe. Ya sea que la alimente la necesidad de sentirse seguro, el pudor, o el deseo de estar en calma, la privacidad se busca en la gran mayoría de los proyectos privados, e incluso en muchas obras públicas en las que también juega un papel importante la tranquilidad. Pensemos en una sala de conciertos, o en una residencia de ancianos. 

De la mano de la idea de privacidad se encuentra el concepto de introspección. Cuando no se pretende mirar hacia afuera -en buena medida porque no se quiere ser visto-, se tiene que mirar hacia dentro. A menos que, extrañamente, se tengan la oscuridad y el encierro como valores arquitectónicos. Es por esta razón que la arquitectura que no tiene una relación de visibilidad con su contexto, debe establecer maneras de mirar y objetivos dentro de sí misma.