Origen del funcionalismo
El término funcionalismo es un sinónimo de la arquitectura moderna y del estilo internacional. Se trata de un movimiento que surgió a principios del siglo XX en Europa, cuya paternidad se atribuye al suizo Charles-Édouard Jeanneret-Gris, Le Corbusier; sin embargo hay otros personajes tan importantes para el movimiento, y para la historia universal de la arquitectura, como él: los indiscutibles son el alemán Mies Van der Rohe y el estadounidense Frank Lloyd Wright.
Obras emblemáticas
Se considera el estudio Ozenfant, diseñado en 1922 por Le Corbusier, como la primera obra de arquitectura moderna. El neoplasticismo es un estilo arquitectónico que se encuentra íntimamente ligado con el que nos atañe; la casa Rietveld-Schröder de 1924 es también un ícono de su tiempo. Pero quizá el manifiesto físico de esta arquitectura sea el pabellón alemán diseñado y construido por Mies para la exposición internacional de 1929 con sede en Barcelona.
Principios funcionalistas
Una manera inicial para reconocer la arquitectura funcionalista es a través de los cinco principios postulados por Le Corbusier:
- Les pilotis. Son las columnas que elevan el edificio del nivel del suelo; hacen posible el tercer punto de esta lista.
- Le toit-terrasse, la terraza jardín. Puesto que el edificio ocupa el terreno, el área verde se va a la cubierta.
- Le plan libre, la planta libre. No hay divisiones rígidas ni continuas de nivel en nivel. Cada planta tiene su propia distribución.
- La fenêtre en bandeau; la ventana longitudinal es la que revela que el interior es igualmente continuo. La relación interior – exterior se intensifica.
- La façade libre, la fachada libre es un plano ajeno al de la línea de pilotis, lo que permite que sea ininterrumpida.
Pero el primer mandamiento de la arquitectura funcionalista reza: “la forma sigue a la función”. Es decir, lo que manda es la función; y la forma responde a ella. Hay un acento indudable en la tríada vitruviana: venustas, firmitas, utilitas. La arquitectura debe ser duradera, estable, ¡y útil! ¿Para qué queremos edificios “bonitos” que no saben envejecer o que no sirven para lo que los necesitamos? Form follows function es una frase de Mies van der Rohe, así como Less is more, “menos es más”, regla príncipe del diseño del siglo veinte; y también “Dios está en los detalles”.
Le Corbusier y Mies van der Rohe son, comprensiblemente, los arquitectos más influyentes del siglo pasado, cuya escuela formó a los arquitectos funcionalistas latinoamericanos.
El funcionalismo en Latinoamérica
El movimiento moderno impactó a todo el mundo. No tuvieron que pasar muchos años, ni siquiera una generación, para que la revolución arquitectónica se expandiera por todo el mundo. Latinoamérica fue tierra fecunda del funcionalismo. México, Argentina, Colombia, Brasil, Uruguay, tuvieron exponentes que alcanzaron renombre internacional.
México fue el primer país en el mundo en contar con un conjunto arquitectónico de escala urbana pura, rica, estricta, perfectamente moderno: Ciudad Universitaria, la “nueva” sede de la Universidad Nacional Autónoma de México, inaugurada en la década de los cincuenta, es patrimonio cultural de la humanidad gracias a su congruencia, su unidad, su pulcritud.
Brasil inauguró su distrito capital en la misma década. Brasilia fue diseñada y construida bajo los mismos principios funcionalistas por el arquitecto latinoamericano moderno más famoso de todos: Oscar Niemeyer.
La tabula rasa que no tuvieron Le Corbusier (aunque sí diseñó grandes centros urbanos en Asia) o Mies en Europa, ni F.Ll.W. en EEUU, la supieron explotar con maestría Mario Pani, Enrique del Moral, el mismo Luis Barragán, Augusto Álvarez, Carlos Lazo, Pedro Ramírez Vázquez, Enrique de la Mora, Félix Candela, entre otros, en México; Antonio Bonet, Clorindo Testa, Francisco Bullrich, Alicia Cazzaniga, Gregorio Sánchez, Ernesto Lagos, Luis María de la Torre, Alberto Prebisch, et. al., en Argentina; Manuel Carrerá, Carlos Martínez, Guillermo Bermúdez, Bruno Violi, Enrique Triana, Fernando Martínez Sanabria, Borrero Zamorano Giovanelli, y Rogelio Salmona, por mencionar algunos, en Colombia; o Beltrán Arbeleche y Miguel Canale, en Uruguay.
Bibliografía
Queremos aprovechar para recomendar el mejor libro de arquitectura de estilo internacional mexicana, escrito por uno de sus mejores exponentes: Arquitectura Moderna en México, Max Cetto, 1960.